martes, 10 de mayo de 2016

Querido vecino

¿Sabéis de esos días en los que estás desbordada y crees que nada peor puede pasarte?
 
Hace unas semanas llegué pronto a casa.
Tenía que recoger a mis peques a las 2 del cole y guardería. Creí, incrédula de mi y de mi destino, que podría ducharme y estar lista para esa hora así que me puse una mascarilla en el pelo, me subí al baño y me quité los zapatos cuando, de repente, oí un "clin, clon, clon, clin"...
Me asomo a la ventana y ¡horror, está lloviendo!
Bajo las escaleras dando saltos hasta llegar al patio de fuera para recoger la ropa que estaba tendida cuando de pronto se cierra la puerta de casa tras de mi.
 
Mi cara empezó a cambiar de color, mi estómago a cerrarse y me entraron ganas hasta de gritar.
 
Me detuve unos segundos para analizar la situación: A ver, las llaves están dentro, el móvil también y, lo que es peor, ¡no llevo zapatos y está lloviendo! ¿Qué coño hago?
 
Sólo pensaba en que se acercaba la hora y mi hija se encontrara sola en el colegio.
 
Ante mi desesperación coloco estratégicamente en la puerta del patio que da a la calle una bolsa de basura para que no se me cierre también esa puerta y así no terminar literalmente en la calle. 
 
Me dirijo a la casa colindante a mi tríplex donde, nada más abrir, el vecino observa atónito mi pelo empapado en mascarilla, mis calcetines mojados y mi cara de "al borde de un ataque de nervios".
Me invita a pasar a su casa para realizar una llamada. ¡¡La del comodín debía ser!! Porque justo  cuando está diciéndome que pase a su casa e insisto en que no, va y la puñetera bolsa de basura con el viento se mueve y, zas, la puerta de fuera también quedó cerrada.

Bien, entremos... (el vecino con la risa floja) 
 
El pobre hombre me dio unas zapatillas suyas y me dejó su móvil, con el que llamé a mi padre para que volara hasta mi casa.
 
Conseguí que mi padre me acercara unas llaves, poder ducharme y llegar justo a tiempo a recoger a los niños. Cuando me subí al coche fue una sensación de "ya me puedo morir tranquila", me quedé como cuajada.

Con el paso de los días he llegado a la conclusión de que n
o se puede llevar todo para adelante porque sino ese todo te lleva a ti. 
 
Quiero agradecer desde aquí a mi vecino lo bien que se portó y el intento que hizo por darme conversación a pesar de mi mirada clavada la puerta esperando las ansiadas llaves. Salí de allí casi sin despedirme.
El fin de semana preparé una mermelada de fresas, le acercaré un bote en agradecimiento Por si se me vuelve a cerrar la puerta he pensado también llevarle unas zapatillas mías.




9 comentarios:

  1. Vaya película... Es un cumulo de circunstancias q te llevan a una incómoda e insolita situación. Gracias a la buena gente .... me imagino la cara de tu vecino y me parto...

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  2. caray acabo de flipar, que cúmulo de mala suerte, buf, que bueno el vecino

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  3. No, no se puede llevar todo pa lante,, pero lo hacemos lo mejor que podemos!
    Ole por tu vecino.

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  4. jajaja, dejale unas zapatillas y un pijama que no está de más

    Besinosss

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  5. Jajajaj vaya cuadro flamenco! !!!!

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  6. eso es mala suerte y lo demás tonteria, menos mal que tu vecino es un buen vecino.

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  7. Estoy de acuerdo con esta frase: no se puede llevar todo para adelante porque sino ese todo te lleva a ti. Yo siempre intento llevar todo para adelante :S
    Besos

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  8. Si alguien se anima que participe en mi sorteo de mascarillas, sólo quedan 2 días. Besos

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