¿Os acordáis cómo era nuestra vida antes de las tecnologías?
No podías comprar si no era en tienda física.
No leíamos otra cosa que no fuera periódicos, cómics, libros...
No veías otra cosa que no pusieran en televisión o gastarte los cuartos en sacar una película en VHS
No gestionabas tu cuenta bancaria sino era yendo al banco
Si te preguntaban algo y no lo sabías no tenías google ni la wikipedia para resolver tus dudas
No podías comunicarte con amigos y familiares que estuvieran lejos sino era sólo escuchando su voz vía telefónica
Impensable encontrar a alguien al que le habías perdido la pista si no era llamando a Paco Lobatón
Sólo podías cotillear la vida de tus vecinos a través del patio interior ¡sin imágenes! pero llegaron las redes sociales.
Y, por supuesto, no podíamos compartir nuestras compras y quejas a través de Mi Tarjeta Echa Humo.
Aún recuerdo mis primeras incursiones en el mundillo internauta.
Mi hermana estaba de becaria en la universidad y yo acababa de pisar suelo universitario. Por aquel entonces nadie hablaba de internet porque "no valía para nada" y muchos no sabíamos ni qué era si nos preguntaban, pero allí estaba para los profesores.
A menudo iba a visitar a mi hermana pero como estaban trabajando no me podía atender hasta que terminaba, así que un día me dijo: "Siéntate aquí y escribe. Puedes hablar con personas de otros lugares. Sólo tienes que meterte en una sala y elegir un nick".
¡¡¡Yo ni sabía lo que era un nick!!!
Miré la pantalla... "Microsoft Chat", ¡Uff! ¿Os acordáis? Todavía recuerdo el nick, el nombre completo y la procedencia de la primera persona que conocí por internet. Es curioso pero he sido incapaz de encontrarlo en facebook.
Al poco, pasé de visitar a mi hermana de forma esporádica a que las visitas fueran diarias, incluso en varias ocasiones. ¡Cómo enganchaba eso!
Entonces le supliqué a mis padres ponerlo en casa. Y surge la pregunta: Pero, ¿eso para qué vale?
Ante su negativa a pagar algo inútil decidimos contratarlo pagándolo los tres hermanos. Por aquella época el módem tardaba mil años en conectarse, con un ruido tremendo de pitidos "piiipoooopiiprrrriiii", cuando lo conseguías se cortaba al poco y, para colmo, el pago era por minutos, así que junto al ordenador teníamos una libreta en la que cada uno de nosotros tres íbamos apuntando las horas a las que nos conectábamos y el tiempo que pasábamos frente al ordenador.
¡Menos mal que vino la tarifa plana, vaya facturones se pagaban por entonces!
Lo más gracioso era cuando quedábamos con los amigos y le contaba que tenía internet, que era diviertido, que había conocido gente y me miraban como si estuviera completamente tarada. Hasta muchos años después no empezaron a ponerlo en sus casas. Algunos hasta hace muy poco no lo han puesto. Es algo que podría llegar a entender en personas mayores pero ¿quién no tiene hoy día internet?
Que si, que podría vivir sin él, de hecho ya lo hacía antes pero ¡gracias por venir!