DELHI
El siguiente paso después de Aurangabad fue coger un vuelo hacia Delhi.
La primera sensación que me dio fue buena, ya que hicieron hace poco el metro, y claro, nada más bajarnos del avión, lo cogimos para ir a nuestro hotel, cercano a una de las estaciones de tren. El metro nuevo, impecable, limpio. Vamos, genial.
Pero claro, conforme salimos del metro, y empezamos a subir por las escaleras hacia la calle, ya nos encontramos otra vez con la cruda realidad de basura amontonada, y olor a basura (y a todo). Porque en un país en el que gran parte de su población no dispone de baño, imaginaos dónde hace la gente sus cosillas.
A mi Delhi me gustó mucho, lo veía mil veces mejor que Bombay. En realidad, a mi me gustaba Nueva Delhi: grandes avenidas, amplitud, menos tráfico, más limpio, pero mucha menos vidilla. Old Delhi era otra cosa, más de lo mismo: caos, suciedad, mugre… ¿Os imagináis estar todo el día dando vueltas por ahí, con el calorazo, la humedad ambiental, con la polución? Las duchas del final del día eran una bendición. Además, como era época de monzones, de vez en cuando te caía algún chaparrón que para lo único que valían era para que se te calaran los pies (tengo las deportivas destrozadas). Gracias a los barrizales que se formaban, no he podido recuperar ni un triste calcetín del viaje. Todos para el arrastre. Si alguien tiene un remedio que me lo diga, que yo no sé cómo recuperarlos.
En Delhi fuimos a ver el Lotus temple, un remanso de paz. Es bahaí (o algo así), y por lo que he leído en Internet intenta aunar varias religiones. También fuimos a ver la tumba de Humayun, y vimos el fuerte rojo pero por fuera. También museos (el de Indira Gandhi. No, no era familiar del otro Gandhi) y la puerta de la India.
Lotus temple, un remanso de paz y limpieza en medio de tanta inmundicia. |
La tumba del tal Humayun, o intento de hacer foto con reflejo en el agua. |
El Fuerte Rojo, preparándose para la fiesta nacional del día 15. |
Fue aquí donde tuvimos nuestro primer encuentro con todo el esplendor del picante: pollo al curry entre otras cosas que lo único que sé es que me destrozaron. Primer encuentro con el picante, y primeros problemillas estomacales. Porque mira que he estado en México, pero esto era otra historia. La comida sabía buena, pero sentaba como el culo (con perdón). Aggg.
Old Delhi. |
De Delhi, otro avión interno, esta vez a Varanasi.
VARANASI/BENARÉS
Desde el aeropuerto tuvimos que coger un taxi prepagado, que compartimos con dos extranjeras para que nos saliera a cuenta. Mi novio tuvo la suerte de sentarse en el asiento del copiloto, compartiendo plaza con el “jefe” del taxista (que no el conductor). Maravilloso.
Como ya sabréis, Varanasi es un centro de peregrinación, bañado por el Ganges, un señor río y bastante lleno de mierda, que me perdonen los hindúes. También es la ciudad con más perroflautas por metro cuadrado, y dicho con todo el cariño. De hecho, para sobrevivir en la India te tienes que volver un poco perroflauta, porque como vayas con remilgos, la llevas clara. Como diría Rambo, he comido cosas que harían vomitar a una cabra. En mi caso, he ido a baños que harían suicidarse a una cabra.
Lo del río no es para menos: arrojan las cenizas de los cadáveres, y si no llega para la leña (porque ellos quieres que se utilice leña para quemar los cadáveres, lo de los crematorios no les mola) pues el cadáver entero. Además, hay determinada gente a la que no se incinera: mujeres embarazadas, niños, santones, leprosos y los que han sido mordidos por una serpiente. Eso nos contó un simpático hindú en uno de los Ghats, para acto seguido pedirnos una ayudita para leña. Porque aquí todo el mundo te pide algo: “ten rupeees”, “Chocolate”, “pen”. Muy habitual que estés poniéndote las botas en un restaurante y que una afable mujer con el niño a cuestas te mire con esos ojos negros intensos pidiéndote comida. Yo me hacía la dura, pero os juro que acababa soñando que tenía niños en la habitación pidiéndome comida. Porque la cruda realidad te acaba afectando.
El río les vale para todo: se bañan y rebañan, se lavan los dientes, el pelo, purifican los cadáveres y toman pequeñas cantimploras para llevarlas a los templos de peregrinación. Yo por si acaso no metí ni la punta del dedo gordo del pie. Ellos estarán inmunizados, pero yo no me fiaba.
Las calles de Varanasi son un intrincado laberinto de callejuelas estrechas, llenas de puestos con vendedores cansinos (pero muy cansinos), puestos de comida, casas de huéspedes y vacas, muchas vacas, y mierda de vaca., claro. Les tengo que agradecer que se me pusiera un ojo hinchado. No sé lo que toqué (me lo imagino, con eso es suficiente), pero me rasqué el ojo (error) y aún me estoy dando gotas para que se me cure.
En la ciudad vimos lo típico, la ceremonia de las 7 de la tarde, cómo incineraban a una mujer en el Manikarnika… Nada, lo habitual, ejem ejem. Obviamente está prohibidísimo hacer fotos de las cremaciones (bastante tengo con la imagen en mi retina), por tema de respeto. Si, claro, respeto. Por eso vimos a 5 hindúes hacerse una foto con la pobre mujer a la que minutos después vimos quemar. Menudo cachondeo.
Os imaginaréis que a estas alturas estaba tan embrutecida que había perdido hasta la capacidad de asombro. Las ratas no me daban asco, me hacían gracia, y si pisaba una mierda me descojonaba. Además, cruzaba la calle sin mirar y con coches pasando, y os aseguro que soy de las que se espera a que se ponga en verde aunque no haya coches en 10 km a la redonda. Y que me perdonen… pero hasta tiraba la basura al suelo. Una cerdada. La Vane totalmente integrada. Ya sólo me faltaba mascar tabaco y escupirlo, una costumbre bastante cerda que lo deja todo lleno de ñapos colorados. Incredible India. Y tan incredible…
Eso sí, la comida, una vez más, excelente: arroz biryani, pakoras de verduras, naan, paratha, y lassies, muchas lassies (son una especia de yogures líquidos, muy muy buenos). Si te alejabas un poco del picante tu estómago lo agradecía.
He de decir que la ciudad tiene un ambientillo que engancha. No, no me cambió la vida, ni encontré la inspiración divina, pero engancha. Además, entablar conversación con cualquier español viajando en tus mismas circunstancias es muy fácil, porque la adversidad une, por lo que te vas topando en el camino con gente muy maja. La pena fue que al ser época de monzones, el Ganges estaba muy crecido, y apenas se veían escalones de los Ghats, que es el punto fuerte de la ciudad. Para las mañicas, es como si el Ebro hubiera crecido y no pudieras ir por la pasarela que va paralela al río. Una penica.
Un día lo dedicamos a ver Bodh Gaya. Es un lugar santo del budismo porque según su credo allí alcanzó la iluminación el príncipe Siddharta, quien habría de convertirse en Buda (copiado tal cual de la Wiki ). Pero esto lo dejo para otro post, porque este ya me ha salido bastante largo, que hoy he pillado carrerilla.
Hasta la próxima!
Bueno, lo que me he reído con lo de las mierdas. Y, puajjjj, ¿lavarse los dientes donde echan a los muertos sin incinerar?
ResponderEliminarA ellos no les pasará nada pero fijo que tu metes un dedo dentro de ese agua y la palmas ipso facto.
Que envidia me da el tema comida ¡me encantaría ir sólo por comer picante hasta irme por la patilla! xD
¡GENIAL! Mássssssssssssss.
Ah, por cierto, el mercadillo tiene que ser la caña, ¿no? sobre todo en tejidos, hilos, telas y demás :) ¿No te trajiste nada?
ResponderEliminarMe traje poco para lo que había. Un par de pantalones y muchos pañuelos. Hay muchísimas telas, pero con tanto trajín, nos faltó tiempo para regatear en los bazares.
ResponderEliminarPor cierto Wan como te imaginarás cuando comes tantísimo picante no sólo te afecta cuando te lo comes, no digo más!!
ResponderEliminarJajaja ya lo se, lo he puesto más arriba xD
ResponderEliminarA ver cómo lo digo fisnamente... Pica... y cuando sale repica XD
ResponderEliminarjajaja, me estoy riendo con vuestros comentarios sobre el picante. En cuanto a lo demás, me parece un viaje flipante, y como bien dices, te tienes que volver un poco como ellos para pasarlo relativamente. si te sirve de consuelo, los váteres/letrinas/agujeros en el suelo de los baños públicos del Kremlin también harían vomitar a una cabra. Claro que cuando hay necesidad, ¡hay necesidad!
ResponderEliminarEsperando la parte 3...
Gracias Vane por compartir tal experiencia, a mi no me esta dejando indiferente y estoy disfrutando mucho con ello. Mil besos
ResponderEliminarJajajajaja Vane
ResponderEliminarMe encanta tu relato, lo que cuentas, me fascina, pero no podría verme así... Insisto, intenso...
ResponderEliminarYo también pienso como Mau, me leo tu aventura como un libro: con interés y fascinación, pero yo no podría aguantarlo, vivirlo en primera persona debe ser muy fuerte
ResponderEliminarestoy flipando con tu viaje! qué pasada! y pensar que en italia nosotros ya flipamos con el tráfico..
ResponderEliminarah, y refiriendo al tema intestinal (me encantan estos temas no lo puedo evitar) yo a eso le llamo el AN-illO de fuego... jajajajaja
Uffff, Vane como que muy bonito pero a mí se me van las ganas de ir. A mí es que la higiene me puede.
ResponderEliminarY lo de Pekín Express pues ellos se lo pierden.
A ver si hacemos una quedadita tarjetera maña por que no te veo con tanto acentico
@Vuelta; ya sabes que con los amigos siempre se acaba hablando de los mismo, o de sexo, o de mierda XD. Yo también pensaba que el tráfico en Italia era una locura, pero es que en la India ya es la leche. Eso sí, aunque cruces en rojo, te esquivan menos mal. Si al final no vi ni un accidente, milagroso.
ResponderEliminar@Mau, Paolita, Xys; la India es un destino muy intenso, el que habla de lo fascinante que es, y sólo de eso, me da la sensación de que no ha visto la India real. De hecho, mucha de la gente nos decía que al principio se querían volver, y es que el choque cultural es enorme. La higiene, bueno, es algo que afecta a calles, y a determinados baños públicos, porque como funcionan con castas, y sólo una subcasta es la que los limpia, ahí la mayoría pasa.
He de decir que yo no me arrepiento para nada de haber ido, de hecho, ha sido todo tan distinto a otros viajes, que incluso lo volvería a hacer sabiendo lo que hay. Toda persona viajera debe ir a la India, aunque eso sí, habiendo viajado algo antes por su cuenta.
Lo que es cierto es que vuelves agotada, yo al final hasta sentía cierto alivio. Aunque por supuesto, hay zonas de la India tranquilas, en las que me hubiera quedado mucho más tiempo (aún no he llegado en el post).
Además es un destino en el que te sientes bipolar: hay veces que te dan ganas de matarlos XD si te han puteado, pero otras te entusiasma y te encanta lo que estás viviendo, por no decir que la gente que es amable lo es hasta el extremo.
ResponderEliminar@Xys, cuando quieras quedamos!
ResponderEliminarMe ha encantado el reportaje Vane!! las fotos y más cómo lo relatas, pero se me van las ganas de ir,con lo de la higiene... Solución para tus calcetines y zapatillas pues tirarlos :D
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